Esta página está en construcción: perdonen los errores y temas inacabados.

This page is being developed: I am sorry for errors and unfinished subjects.

Tres mundos del actor

LOS CONTEXTOS del ACTOR

       Se nos aparecen tres contextos, situaciones o mundos simultáneos para el actor durante la representación. Veámoslos uno por uno, intentando descubrir cuál es su actitud hacia cada uno de ellos, y deduciendo por lo tanto, cómo su habla debe recoger y expresar esas actitudes.

1. El mundo de la Persona. o Mundo Real.

       Poco parece que deba intervenir este mundo en la representación; más bien lo vemos como una perturbación para ella, puesto que el sentir o pensar en ese mundo introduce situaciones y actitudes ajenas a ella, no están en el guión. Toda autoconciencia del tipo "!Qué bien lo hago¡"  o "¿Lo estaré haciendo bien?" , saca asimismo al actor de su personaje, contribuyendo a romper el hechizo que parece consubstancial al teatro. Aquí el teatro se reúne con actividades aparentemente tan dispares como la mística, en la que el control, la supresión, del ego se pide como uno de los primeros pasos; o con la más cercana admonición de Agustín García Calvo, que recomienda "dejarse llevar", olvidarse de sí mismo.

       El mundo de la persona repercute desde luego, en aquellos factores del habla que no controla conscientemente, como tono de voz, realización de los fonemas de acuerdo a su educación y región, en las entonaciones particulares de su entorno para afirmar, preguntar, etc.. Ahora bien un actor/actriz puede y debe controlar, si debe ser otro en el mundo de la Obra, lo cual sugiere ya una formación específica en ese campo, la prosodia. Aquello que ignoramos nos domina.

 

2. El mundo del Personaje o Mundo de la Obra.

 

       Éste es el mundo que más compete al actor, el mundo donde debe entrar, vivir y, por lo tanto, obrar ‒una de cuyas acciones es el hablar‒. Por ello, el actor deberá dotar a su personaje de todas las características del habla que se esperan del personaje, tanto las que se indican expresamente como las que han de deducirse del texto, lo cual no siempre es fácil.

       Por ejemplo, el comienzo de "La vida es sueño", donde Rosaura, vestida de hombre, se queja del caballo que la ha traído a Polonia, y de su suerte, junto con el reproche a ésta porque "la recibe con sangre" ‒probablemente porque el caballo la ha arrojado al suelo al "despeñarse"‒, indica la lector cuidadoso que el talante de Rosaura en ese parlamento es: colérico, abrumado, desesperado, confuso, autocompasivo, doliente y, quizá, hasta lloroso, pese a su vestido masculino; por tanto si así se concibe el personaje, así deberá ser el tono de la actriz en ese parlamento (otra cosa es la dificultad de dotar al texto con todos esos matices; pero ese es el trabajo del actor o actriz).

 

3. El mundo del Actor, o Mundo de la Escena.

 

       Tener en cuenta la presencia de ese mudo interlocutor o meramente espectador, es necesario también: hay que ponerse frente a él, hay que hablar fuerte para ser oído. Pero no se habla a él, aunque sí se habla para él. Se actúa en un mundo de la obra, con la intención de mostrarla al espectador. La situación es complicada pero al tiempo, está clara.

El actor diRige las interacciones entre persona y personaje, les insufla y pone al servicio de la escena. Puesto que conoce a los dos, toma del primero para dar vida al segundo.

Su presencia entre el personaje y el público, es sin embargo, perniciosa: quita vida al personaje, robándole protagonismo, presencia y verosimilitud. Vea ahora sobre esto, El ego del actor

Su interlocutor es el público, hace que el personaje actúe para el publico, y se encarga de que llegue en las mejores condiciones posibles, por ejemplo, aclarando sintaxis, cuidando intensidad e inteligibilidad.

Estos tres mundos del actor están siempre presentes en él, en alguna medida. En escena, lo que nos concierne aquí principalmente (aunque las interferencias del actor y los personajes en la vida digamos privada de la persona no es un tema desdeñable) es el actor quien controla o debe controlar lo que allá ocurre.

En efecto, es el actor el responsable de la adecuada transmisión de la obra al espectador: ello le obliga a estar vigilante para que así ocurra, en particular para que su parlamente llegue, claro y bello al espectador-oyente.

Por otra parte también administra sus propias facultades como persona, en particular su inteligencia de lo que pasa y su emoción, que la persona presta a veces al personaje, pero de manera siempre medida, como una espita que el actor-gestor abre a voluntad. Si se abre del todo, puede dar al traste con la obra..El actor es un poco como el pasajero del carricoche, que vive las cosas un poco detaché para poder controlar lo que pasa y tomar las decisiones apropiadas en el momento apropiado. Está pues, dentro y fuera, al mismo tiempo.

Una colaboración entre actor y personaje se cita en Decir la retórica

 

LOS CONTEXTOS del ESPECTADOR

       Tras redactar los párrafos anteriores sobre los mundos del actor, leemos en AGC una descripción de los paralelos mundos del espectador (Dossier AGC, Ataque 15º contra el Tiempo) a propósito de los tiempos de actor y espectador. Tenemos una fuerte sospecha de que la investigación de las relaciones entre esos seis mundos, esas treinta (variaciones de 6 elementos tomados de 2 en 2) relaciones representadas en el esquema por flechas, arrojaría luz sobre el significado del Teatro, sobre los hombres y mujeres que en él intervienen, y en fin, sobre todos, incluso los que creen que no intervienen

Se vuelve sobre temas afines en Psicologías en el teatro.

 


Vuelta al Principio   Última actualización: viernes, 18 de septiembre de 2015   Visitantes: contador de visitas