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Agustín García Calvo

Un importante encuentro, que cristalizaba una afinidad previa con el lenguaje.

Con independencia de su trayectoria en la política estudiantil en los 60, que no conocí en su momento salvo de oídas (ya teníamos de qué preocuparnos sobre ese tema en nuestros 70), algunas frases leídas en la prensa, como aquella de que "el hablante es la puerta por la que la Lengua sale", o algo así, despertó un interés, el cual desembocó en la asistencia a sus Tertulias, clases o foros del tipo que debió inventarse, o al menos darse, en la Grecia antigua: tertulias itinerantes, en bares, cafeterías o pubs, donde Agustín proponía y los demás seguíamos el hilo, interviniendo a veces con mayor o menor fortuna, pero siempre con una libertad impensable en las aulas. Los temas eran variados (la Negación, Fragmentos de Heraclito ...) pero su tratamiento era siempre novedosa: había un punto de vista nuevo, fuerte y lúcido. Por esas tertulias pasaron algunas veces Chicho Sánchez Ferlosio, su hermano Rafael, el escritor, el poeta Leopoldo María Panero, el pensador Savater...

Después conocí su triple esquema lingüístico: la estrella abierta para la semántica y tipos de palabra, el bollo crackelé (así lo veía) de la sintaxis y la línea temporal del habla en un mundo presente; es decir, el 'mundo de que se habla y el mundo en que se habla', según la fórmula agustiniana.

De los temas recurrentes en Agustín, política anarquista, gramática, métrica, recitación, teatro, pensamiento sobre todo, a mí me interesaban todos, algo menos el primero. Apreciaba su libertad de pensamiento que planeaba miradas sorprendentes, aspectos insospechados, que a veces me parecían exagerados, pero siempre interesantísimos.

Acudí a la biblioteca de Filosofía y Letras de la complutense, donde yacía un enorme tratado de Métrica y Versificación, que fotocopié y lei de manera dispersa. Allí Agustín abordaba miles de temas, escritos con máquina de escribir. Allí se veía la enorme curiosidad y enorme trabajo que desarrollaba sobre todo. Más tarde se publicó por fin el Tratado y recibí un ejemplar como regalo.

Por su parte, a Agustín le interesaba sobre todo la música que yo cultivaba y cultivo desde siempre, en teoría y en práctica; y también mis habilidades informáticas e ingenieriles, pese a su escepticismo general declarado respecto a la ciencia y la técnica. Me pasaba inscripciones musicales, y sus canciones en partitura, que eran dificilísimas porque acumulaba figuras pequeñas en ritmos endiablados. Más adelante hablamos de su Bobomundo. También se interesó por la métrica persa que yo había frecuentado siguiendo a Rumi.

Después se organizaron unos interesantes congresos sobre Lengua, siempre con su marchamo personal, a los que fueron invitados lingüistas, matemáticos y músicos de otros países y del nuestro. Allí estuvimos también, presentando comunicaciones. En particular destaco las dos que tuve con Chicho, que fueron Sobre escalas, números y temperamentos y En_busca_de_una_interválica_musical subyacente en la prosodia. Chicho, músico y cantor, inventor, recitador, hombre libre y de educación exquisita, fue también un encuentro inolvidable. Cultivamos después su compañía en recitaciones poéticas y visitas a nuestro laboratorio para explicarme sus inventos y programas.

Y más adelante la Escuela, la Escuela de Lengua y Artes del Lenguaje (ELLAL), cuyas materias, Gramática (Agustín), Matemáticas (Caramés) y Música (Yo mismo) debían dar cuerpo a toda la actividad anterior. Allí participamos, en un modesto y pintoresco entorno, durante tres años, hasta que acabó su vida (la Escuela); que se recordó en 2010.

Mi vinculación con Agustín despertó interés en el teatro de La Abadía de Madrid, adonde fui llamado para impartir clases de verso como apoyo a las del propio Agustín, durante otros tres años, más o menos. Mi interés en ese campo había partido de un cursillo sobre recitación poética impartida por él en el estudio de Rafael Salama, hombre de teatro, también vinculado a la Abadía; y después siguieron muchas otras actividades en ese campo (cursos de teatro impartidos en la RESAD, Teatro Clásico y Festival de Bogotá), referenciadas en las paginas sobre recitación poética, generalmente vinculadas a Vicente Fuentes y luego a Jorge Saura, ambos profesores en ese centro por aquella época.

Por último, la tertulia en el Ateneo, a la que también hemos asistido intermitente unos años, siempre interviniendo y polemizando.

Mientras, se produjo una interesante colaboración, al transcribir nosotros las melopeyas o melodías compuestas por él para su comedia musical Bobomundo, publicada en su editorial, Lucina (una de las acepciones de Juno). En particular nos resultaron interesantes las transcripciones de las melopeyas, que describimos en un apéndice de dicho libro.

Siguiendo –muy, muy de lejos– su expertise en métrica griega y latina hemos abordado algo de métrica cuantitativa  griega, y proporcionamos aquí los textos de su Recitación de poesía antigua.

Para describir en breve su considerable influencia sobre mis ideas (y vida, ya que van unidas), la resumo en cinco puntos:
Tertulia y enseñanza abierta
Lengua
Métrica y recitación
Escuela ELLAL
Teatro
Agustín García Calvo es uno de mis últimos maestros (su fallecimiento en 2013 no me hace modificar el tiempo del verbo). Es también una persona ilustre, de esas sobre las que uno lee, mas no suele conocer. Como se ve, hemos tenido más suerte.

Muchas de nuestras cogitaciones tienen su origen o influencia. Como:

Mundo y realidad

Mi filiación no ha sido, ni es aún ahora, sin embargo, complaciente, sino crítica y polémica: así se presenta en mi Apología de un disidente. Y se muestra en acción en unas cortas Conversaciones con Roberto & Co.

 


Vuelta al Principio   Última actualización:  miércoles, 16 de abril de 2014    Visitantes: contador de visitas