Esta página está en construcción: perdonen los errores y temas inacabados.

This page is being developed: I am sorry for errors and unfinished subjects.

 
Métricas externa e interna   (incluido en Grupo Fundacional de Verso
 
La primera, la externa) es el cuadro métrico general del verso: endecasílabos, octosílabos, estrofas, etc. Hemos hablado extensamente de ella en muchas de estas páginas. Se regula y manifiesta mediante marcas rítmicas.

Frente a ella, simultáneamente a a ella, y a menudo contradiciéndola, separando los brazos para encontrar espacio frente a un corsé (el cual, no lo olvidemos se lleva para estar más bella: si alguien quiere libertad, que se ponga un albornoz y unas zapatillas, y, sobre un sillón, contemple las noticias tomándose un cubata: comodísimo, naturalísimo, pero nunca bello, seductor, energético, interesante: es la banalidad cotidiana); frente a la métrica tradicional, que podemos llamar externa porque preexiste al texto, se adopta previamente (como es obvio, el endecasílabo es un constructo previo, culto, deliberado y no natural), está la métrica interna: métrica del texto, formada por acentos y sus patrones, entonaciones sintácticas y expresivo-pragmáticas, con sus pausas ‒opcionales‒ para destacar las unidades sintácticas.

Podemos decir que esta métrica está generada por los acentos, que crean sílabas destacadas, y la sintaxis, que los reúne por grupos (cláusulas). Esta métrica interna está también presente en la prosa, la cual, como todo discurso sano, tiene también su métrica externa, la métrica acentual.

La métrica interna introduce además variaciones en la duración de las sílabas, idealmente iguales en la métrica externa o ideal, ensanchando algunas en duración (las acentuadas, los diptongos y sinalefas), naturalmente a costa de las demás para que el esquema rítmico resultante se ajuste al ideal, lo conserve como cañamazo de referencia. Esas agrupaciones crean silencios intermedios que pueden emplearse en pausas sintácticas, expresivas o de otro tipo.

Pueden insertase también pausas opcionales dentro del verso, agrupando sílabas menos importantes u duraderas, generalmente átonas, alrededor de las marcas rítmicas, que deviene islotes de referencia

Y la acción, con sus sucesos, sus impulsos, sus cambios frecuentes de actitud que originan cambios de habla /tempo, entonación, pausas, etc.) introduce asimismo cambios ligeros

Otra fuente de métrica interna es el diálogo, con sus cambios de todo tipo según el personaje y sus características (sexo, talante...); especialmente el diálogo que podemos llamar de ping-pong, rápidas y nerviosas preguntas y respuestas, interjecciones, todo en en un mismo verso a veces, produce una ligereza y movimiento vivo y percusivo, muy efectivo en cuanto a la vivacidad del texto y la escena.

Esta otra métrica articula el discurso y nace de él, está formada por los estímulos rítmicos y entonativos ‒la prosodia‒ que el propio discurso contiene, y, por lo tanto, nace de él. Por eso decimos métrica interna.

La música, como siempre acude a nuestro auxilio: la métrica externa es el compás y el ritmo ‒si lo hay claramente‒; la interna es la figuración de la melodía, la secuencia de duraciones que se integra en los anteriores, unas veces yendo con ellos, otras veces contra ellos, en un diálogo vivo y con vicisitudes (como la vida)..

Ambas métricas, externa e interna se aplican al mismo texto, coinciden y descoinciden, se encuentra y se desencuentran en una dialéctica sin fin, como la pareja, como todo.

Aquí está el arte, en el concierto sutil de (equidistante entre) ambas.

La métrica interna o del texto intentará tirar de la otra y la modifica en parte, creando, como decíamos, islotes sonoros entre pequeños silencios, islotes siempre alrededor de las marcas rítmicas principales (2, 6, 19 en endecasílabo,  1, 4 y 7 en octosílabo (dactílico).

La métrica externa es el edificio, la arquitectura, la interna es la pintura, el color, la decoración. La primera organiza da hondo sentido y belleza básica. Representa la unidad. La segunda representa la variedad, la vida. Si dejamos sólo la arquitectura, como en los desnudos templos griegos, o en las iglesias románicas convertidas en museo (como Frómista) sentiremos la fría belleza del arte pero sin calor o vida. Admiraremos pero nos costará amar. Si dejamos sólo la segunda, nos queda un entretenido intercambio sin belleza fundamental: como las tiendas de antigüedades, en las que algunos objetos bellos aparecen sin contexto ni estructura. La métrica externa es el esqueleto; la interna la carne y la sangre. ¿Cuál prefiere?.

Cuando se improvisan solos sobre un marcado rítmico simple (véanse nuestros Juegos rítmicos, un compás, se pone de manifiesto el goce de la libertad sobre el orden, ambos en diálogo harmónico y estético.

Las dos, pues, las dos métricas son indispensables. Y complementarias: ¿a qué nos recuerdan? al orden y la fantasía, el sistema y la imaginación. A lo masculino y lo femenino, al yang y al ying.

Mire, lea ahora  El balcón y la enredadera. ¿Cuál es cuál?
 
 

Vuelta al Principio   Última actualización:viernes, 18 de septiembre de 2015   Visitantes: contador de visitas