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El balcón y la enredadera

Dijole el balcón a la enredadera:

 "¿Qué haces tú aquí, inútil enredadera, manchando, aprovechándote de los demás para levantar la cabeza?. Tú, que ni siquiera puedes mantenerte derecha ¿para qué vales tú, di? Yo, sirvo a los demás, les sostengo, y así pueden mirar el paisaje con seguridad, reclinados en mi barandilla, mientras la luz ilumina sus hogares a mi través, ¡aprende!".

Respondió la enredadera:

"¡Mira el presumido!. Me aburre hasta el hecho de hablarte. ¿Y qué haces tú, con tus ángulos rectos, tus barrotes y tus bordes?. ¡Calla ya, pesado! Dedícate a tu servicio y déjame en paz. Nunca has comprendido que yo ejerzo la suprema libertad de la forma contra tus rectas y ángulos, que aporto la fantasía, el cambio continuo, el color de mis flores y mis hojas, mientras que tú eres fijo y muerto. Calla ya, y aprende si puedes".

Estuvieron sin hablarse durante días, semanas, cada uno a su enemistad.

Hasta que un día, poco a poco comenzaron a mirarse a hurtadillas, y pensando en lo que se habían dicho, empezó a pasar su enfado y sintieron que la ofensa había comenzado a declinar en sus cabezas ¿sus corazones?

Habían empezado a comprenderse.

Ahora conviven felices, entrelazados, y no hay un balcón más bonito en la ciudad.

Konya, 1993.


Vuelta al Principio   Última actualización: Saturday, 14 de September de 2013  Visitantes: contador de visitas