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Textura del texto   (incluido en Conversaciones con Vicente León

Conversación nº 4 (20- 10- 04)

Una vez visto (si bien  a toda prisa), la estructura del drama y su forma lineal temporal, o sea su sintaxis, vamos a referirnos ahora al puro texto dramático, que es naturalmente diálogo (un monólogo no es más que un diálogo consigo mismo). A este respecto ha caído en nuestras manos, un corto pero luminoso escrito de Pirandello llamado Acción hablada que aunque parece oponerse a las ideas generales de la estructura desde el suelo de la palabra y la acción, en realidad va a complementar eficaz y bellamente aquellas ideas anteriores.

En el escrito citado Pirandello viene a decir (aunque lo dice mucho mejor) que no es el autor el que ilustra una idea o situación mediante personajes al servicio de esa idea acción, no, ni mucho menos, por el contrario, son unos personajes previos, libres, vivos, activos, verosímiles, los que una vez puestos en contacto por la varita mágica del dramaturgo empiezan a actuar, siendo ellos mismos, hablando como hablan ellos mismos y entrando en los conflictos derivados de su diferente carácter, motivaciones o situación. Ellos son pues los que de alguna manera dictan al dramaturgo el drama; el papel del autor se reduce (exageramos conscientemente) a ponerlos en contacto, presentarles en una circunstancia, dejar que actúen y, eso si, con las tijeras del montador fílmico, dimensionar una historia que cumpla con las demás condiciones estructurales, sintácticas, de evolución disonancia-consonancia- disonancia, etc.

Por lo tanto el autor (siempre según Pirandello), no es libre de poner en boca de os personajes palabras e ideas cualesquiera, sólo es libre de incluir en la obra a ese personaje o no, pero si lo incluye habrá que dejarle comportarse como ya es.

Estas ideas teóricas las expone bellamente (no sabemos ya si  siendo realmente fiel a ellas en esa obra), el propio Pirandello en sus Seis personajes en busca de autor donde ellos mismos, siendo ya ellos, buscan un autor que no les manipule, que les deje ser ellos porque, como dice uno de ellos, el personaje no es libre de elegir el parlamento, eso sólo lo hacen los humanos.

Las  muy interesantes ideas anteriores, no implican, creemos nosotros, un arte realista o incluso naturalista, no, son compatibles con el teatro más alegórico, lírico y simbólico posibles, como por ejemplo volviendo al  Sueño...: nadie pensaría que Puck es un personaje naturalista, y sin embargo cuan preciso es en su carácter, acciones y palabras, cuanto es él!. D e igual manera son muy ellos Titania y Oberón  y Bottom (Fondón), personaje popular y grotesco pero tampoco naturalista, todos están bañados por un halo de fantasía que les hace irremediablemente irreales. Quizá los más difusos sean el grupo de los nobles que adquieren un cierto aire de rebaño, especialmente los personajes estáticos y formales, los de la norma, como Egeo y Teseo o Hipólita.

Pero asomémonos más de cerca. Tomamos casi al azar en 3.2 el momento en que Puck provoca a Demetrio fingiendo ser Lisandro:

Puck como Lisandro: Ja, ja ,ja!, Cobarde, poq qué no has venido.
Demetrio: Déjate ver si te atreves que has corrido delante de mí, cambiando de lugar y no te atreves a quedarte de pie y mirarme a la cara. ¿Dónde está ahora?
(voz lejana : estoy aquí, ven por aquí)
Demetrio: !no! que te estás burlando, lo pagarás si alguna vez veo tu cara de día. Ahora me voy por aquí...

En este corto fragmento traducido al vuelo, se ve el carácter travieso de Puck, que juega con el engañado, mitad pícaro mitad niño y mitad (nos pasamos) duende. Bien, pues todo esto probablemente es Puck, y sus palabras le revelan y a la vez son muy suyas, ni expresa ideas del autor, ni narra, sólo hace, juega, se mueve: palabra en acción, como dice Pirandello.

Este es un ejemplo clásico. El teatro contemporáneo "bueno" sería el que conserva esta viveza y verosimilitud de las palabras de un personaje, debilitando en cambio la sintaxis que hace inteligible trama y estructura. Pero también hay un teatro antiguo que lo hace también muy bien. La Commedia dell Arte con sus personajes arquetípicos y siempre iguales a sí mismos, es un ejemplo paradigmático de las ideas pirandellianas, quizá nacen del contacto con ellas, ya que en efecto, poner a Pierrot, Colombina y Pantalón en una situación ¿momento, lugar circunstancia determinada? basta para que ellos se pongan en movimiento y sigan su naturaleza, hablando y actuando inevitablemente. Precisamente estos personajes no tienen texto preescrito, ellos mismos lo escriben al decirlo.

Otros personajes potentes, definidos, ricos, son los que todos conocemos: el Avaro, el Tartufo, Otelo, Segismundo, Edipo...: todos ellos tienen tanta carga personal, tantas razones para vivir y actuar, tales circunstancias opresivas u opresoras , que en efecto tienen que comportarse de una cierta manera, una vez, naturalmente, que han sido diseñados y esculpidos ¿por el autor creador o por el autor inspirado en personajes previos?

Porque se da la paradoja de que el personaje impone su texto al autor, pero a su vez el autor construye al personaje. Se da aquí una situación como la que enuncia Machado en su poema sobre Dios y los hombres"

        ..Es el criador y la criatura lo hace
        Su aliento es alma y por el alma alienta.
        yo he de hacerte , mi Dios, cual tu me hiciste.
        y para darte el alma que me diste
        en mi te he de crear...

Todo lo anterior nos permite, si nos fiamos de ello, encontrar ya una regla para enjuiciar el texto dramático y su textura.

1,  Todo fragmento que exprese ideas del autor, o cuente una historia desde el punto de vista del autor, es mal teatro, porque carece de ese texto inevitable del personaje. Esto no quiere decir que no haya personajes que no hablen filosóficamente, sino que si dice filosófica ha de ser su filosófica la que le corresponde como personaje filosofo, así son apropiadas en nuestra opinión las ideas que expone Fausto, o las de el doctor XXX en el "enemigo del pueblo" ibseniano, o Segismundo hablando sobre el sueño que es la vida, pensamiento que nace de su aterradora experiencia, de sus cambios repentinos de estatus, asimismo Hamlet cuando filosofa, no hace más que dar voz a su indecisión y sus dudas, quizá morales, quizá idiosincrásicas.

En cambio las filosofías que un personaje expresa de pronto parecen usurpaciones del autor, que 'manipula' inconsideradamente a un personaje para que hable por él.

2. El diálogo tiene que nacer del encuentro entre esos personajes, cualquier intervención responde a la anterior junto con otras muchas cosas en el contexto.

Ante una obra cualquiera podemos considerar si el diálogo teatral responde a estas premisa y enjuiciar la obra en su conjunto, o parte de ella, como buena o mala en cuanto a acción hablada.

 


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