Esta página está en construcción: perdonen los errores y temas inacabados.

This page is being developed: I am sorry for errors and unfinished subjects.

Por un música de parámetros continuos  (incluido en Conversaciones con Felix Sierra)

Toda música, en su teoría, en su codificación maneja conceptos discretos, porque sólo lo discreto es concebible. La música emplea en su teoría, en su notación unos pocos valores fundamentales de los rasgos considerados musicales, como son: la duración, altura, intensidad, y para el timbre, parámetro esencialmente múltiple e impreciso, valores muy concretos simbolizados por el instrumento que toca esa música. Así, en una obra occidental encontraremos como mucho unas doce notas por octava, y ellas en unas siete u ocho octavas. Las duraciones serán representadas por figuras en un número pequeño, de una 6, 7 u 8, como máximo. Las intensidades, por unos 6, 7 u 8 matices, y los tempos, fenómeno ligado a la duración de lo sentido como diferente sentimiento, varían en una obra larga entre pocos valores igualmente.

Es cierto que para intensidades y tempos existen matices, efectos, que representan cambios graduales, globales para la música en ese momento y corresponden más bien a cambios de expresión, no cambios de codificación estrictamente. Esto es interesante.

Pero abordemos valientemente los cambios en la codificación misma y, también violentamente, consideremos qué pasa durante el cambio, no conformándonos ya con considerar el punto de partida y el de llegada como hitos conocidos y previsibles, y la transición como un salto impreciso y sin contenido propio.

Consideremos el tono. Si consideramos dos notas, una fija y la otra glisando acercándose a la anterior desde la octava superior. Esta última nota pasará en su camino por sonancias (con y dis) de todo orden, desde consonancias notables como la octava, quinta, cuarta, terceras y sextas, hasta las disonancias de la música tradicional, como las séptimas, el tritono, las segundas, etc., pero no sólo, también pasaremos por otras sonancias no codificadas en nuestra música, aunque sí en otras, pero, en todo caso, con una sensación audible y sonante indudable.

Es ese terreno de nadie el que podría abrir un camino de investigación musical para la composición, queremos decir no ya para la teoría, a estas alturas del tercer milenio, tras unos cuatro de ensayos y pasos adelante y atrás. Precisamente contamos ahora con un instrumental de extremada precisión tonal, el informático, bien como instrumento ejecutor, bien como nuevo kanun o instrumento didáctico de los nuevos tiempos.

La presencia mutua de varias notas glisantes en direcciones, velocidades, orígenes y destinos variables, nos suscita una imagen de riqueza extr3emada y de salto a lo desconocido.

Aplicando este concepto a los tempos nos encontraríamos con la, también int3eresante, de la presencia conjunta de acelerandos y ritardandos variables para cada voz en un nuevo contrapunto, nuevo porque pondría en simultaneidad diferentes notas de una voz con diferentes de otra en cada aparición o repetición, generalizando la noción de estrecho y de saltos bruscos de la figuración al doble o a la mitad, como ya se hacía en los siglos XV y XVI. Pero nos parece recordar que esta generalización que proponemos, o algo parecido, se ha ensayado ya en el siglo XX.

En intensidad el efecto aparecido hace tiempo (recordamos la ejecución del Microcosmos, en el que en cada mano sube o baja de intensidad según el tono, glisando la intensidad).

El timbre, parámetro multieje, compuesto por muchos otros aspectos, permitiría ejercer también un glisando si adoptamos un eje tímbrico en el que movernos, casos con instrumentos reales serán cuando acercamos o alejamos el arco del violín al puente, enriqueciendo o empobreciendo el contenido harmónico de la nota; cuando apretamos más o menos el arco, paseando del sonido melodioso al raspado, cuando pasamos de una vocal a otra cantando o hablando, incluso cuando interpolamos dos timbres mediante un ordenador pasando de una voz de niño a una campana, por ejemplo (Risset).

En todos estos caso y otros que podamos imaginar y ensayar ser trata, y esto es lo nuevo, de responsabilizarse de lo que ocurre en esas etapas de glissandos múltiples, de contemplar lo que pasa entr4 puntos en movimiento, de evaluar musicalmente su efecto, e incluso de teorizar lo que ocurre, abriendo así un camino musical que se nos antoja lleno de posibilidades.

Como primer intento de este acercamiento va a ser compuesta una obra con estas técnicas, obra que será posible oír aquí mismo cuando esté compuesta.

Recordamos ahora cómo una obra de Xenakis fue comentada por nosotros como una forma moderna del antiguo contrapunto, estabilidades contra movimientos, parecidos y diferencias, juicio que mereció del propio autor un asentimiento.. Pues bien, esta obra oídas en Delfos hace unos años, tenía que ver, recordamos, con lo propuesto en estas páginas. Pero idea nueva o idea vieja, prosigamos su estudio, tras consultar Estructura del tono, con Espacio continuo de tono.

 


Vuelta al Principio   Última actualización: Thursday, 20 de February de 2014    Visitantes: contador de visitas