Esta página está en construcción: perdonen los errores, repeticiones y temas inacabados.

This page is being developed: I am sorry for errors, duplications  and unfinished subjects.

Acento abstracto y concreto  (incluido en Conversaciones con Roberto)

Nos referimos al acento que marca alguna sílaba de algunas palabras, la mayoría de las cuales en una lengua de las que conocemos.

En varias de estas lenguas ese acento adquiere un carácter distintivo, es decir, su presencia en una u otra sílaba modifica no sólo la música (y ritmo) de esa palabra, sino que además determina su significado. Así ocurre mucho en español, poco en inglés y nada -parece- en francés.

En estas lenguas que admiten ese carácter distintivo del acento podemos decir que el acento constituye un fonema en el sentido de que, como ocurre con los fonemas tímbricos (vocálicos o consonante), su presencia o ausencia modifica el significado. Es decir, cambia la palabra.

Ya en esta somera descripción nos encontramos con el problema eterno de la lingüística y también de casi toda descripción física: lo que se realiza en el habla mediante ‒primordial, y decisivamente‒ elevaciones tonales en la vocal de la sílaba acentuada (en realidad también la consonante sufre tal elevación), cambios pues musicales de un rasgo sonoro que varía de manera continua, repercuten en el dominio mental del significado, en la semántica como un carácter binario (de sí o no) que está o no está adosado a la palabra.

Lo continuo en el dominio supuesto del mundo y la realidad deviene en la mente del hablante y oyente competente (es decir, cualquiera de nosotros) discontinuo o discreto en nuestra mente, que decide sin nuestra voluntad si la palabra está o no acentuada.

Admitiendo que esa palabra acentuada por ejemplo- está almacenada de alguna manera en el lugar donde se almacena la lengua, no hay duda de que la realización sonora apunta, suscita en el oyente a una u otra forma de esa palabra: la acentuada o la átona. Luego no hay duda de que algo en los rasgos sonoros de la vocal correspondiente ha variado suficientemente de modo que el oído y el aparato que o procesa su información percibe, siente, decide comprende el acento.

Lo concreto, pues, pasa a través de un aparato que abstrae y proporciona dos únicas respuestas: sí o no.

Repetidos experimentos nos han convencido de que ese rasgo decisivo en el acento es el tono (pitch) concomitantemente ayudado por -en este orden- la duración o cantidad, la intensidad y el timbre.

Si alguien dudara de que el tono varía de manera continua no tiene más que recordar todos los procesos en los que esto ocurre: las sirenas de las fábricas, los glissandi de los dedos sobre la cuerda, y muy sobre todo la melodía vocal, que es siempre continua, excepto cuando el carácter sordo del alófono correspondiente en la cadena hablada suprime ese tono aunque las cuerdas vocales y "la elocución interior" sigan haciendo evolucionare se parámetro d e manera continua. ya sabemos que el tono es la percepción de un parámetro físico que poseen algunas formas de  vibración: las periódicas o casi periódicas. Esta frecuencia, tanto si se piensa como si se mide puede tomar cualquier valor fraccionario (número real). Nuestra percepción revalida esa continuidad porque es incapaz de decir en un glissando cuál es la frecuencia o tono que está sonando.

Otra cosa muy distinta es la astracción de algunas frecuencias de ese campo infinito para costituir una escala musical con nombre y código. Aquí también se da ese paso (como en el acento) de lo continuo a lo discreto, de lo concreto a lo astracto, mediante un aparato que en este caso es cultural. (quizás también el otro).

Y para aquellos que objeten a la noción de continuidad vamos a definirla acudiendo al sagrado dominio de la matemática: se dice que una función y la curva que la pinta es continua cuando disminuyendo más y más un intervalo cualquiera de la abscisa el intervalo de las ordenadas correspondientes disminuye asimismo más y más. En el límite, esa especie de imaginario del final de un proceso, ambos se acercan a cero. A este concepto de lo continuo nos referimos a los párrafos anteriores.

De igual manera, en el canto llamado difónico o harmónico del Tibet y Mongolia digamos que el énfasís de uno de los harmónicos de un sonido con tono mediante la creación de una cavidad resonante específicamente para esa frecuencia en el tracto bucal proporciona la sensación de dos melodías simultáneas y esta sensación no depende ya de abstracciones como las notas musicales o el acento de palabra, sino que las oye cualquiera. Como este fenómeno se percibe a partir de una diferencia entre el harmónico enfatizado y los vecinos de unos 20 dB. (unas 10 veces) no cabe duda de que hay un umbral en este caso fisiológico de sensación que determina la existencia perceptiva de un canto monofónico o difónico.

Y con más complejidad se da naturalmente la configuración de un espectro con los formantes situados de tal manera que variando de manera continua podemos pasar de la percepción de una vocal a la de otra. Es decir, cambios fonéticos continuos devienen en la percepción cambios fonológicos discretos.

Es decir, nos encontramos con una constante en toda nuestra vida en la que rodeados de fenómenos que varían de manera continua, nosotros elaboramos un universo lleno de decisiones discriminadas, de cosas o no-cosas, de situaciones o procesos que se producen o no, y esto es esencial para nuestro gobierno, para nuestra posibilidad de estar aquí, porque sólo lo concreto nos permite abarcar un universo estructurado, y por lo tanto accesible.

Aunque sea mentira.

El acto de habla, mediante el uso de rasgos y magnitudes continuas evoca y convoca las magnitudes abstractas y numerables que constituyen la gramática: i. e.: fonemas, acentos, divisiones y ligaduras sintácticas e incluso modalidades de frase.

Y por añadidura nos sugieren multitud de informaciones menos definidas, menos "etiquetadas" o "codificadas" como ansiedad, desaliento, alegría de vivir, y sus combinaciones.

¿Cómo se hace esto? No lo sabemos aunque pretendemos averiguarlo. Pero no hay ninguna duda de que ocurre puesto que hablamos, nos entendemos y conversamos.

Vamos con el arco iris. Desde el punto de vista de la longitud de onda percibida como color, en el arco iris hay una continuidad. Ahora bien, la vida de la gente ha consagrado algunas de esas longitudes de ondas o colores y las ha dotado de nombre, como hizo Dios al crear el mundo. De esa manera los verdes, de mucho trato con los humanos en bosques, praderas, uvas y otros objetos de importancia, pasó a esistir como tal. Los azules, el cielo y el mar, también encontraron su hueco, la sangre nos proporcionó rojos de todos los matices y en las flores y bichos mil aparecen muchos más. La vida de la gente, por lo tanto, ha codificado algunas de estas longitudes de onda con nombres casi propios. Este hombre, cuando contempla el continuo arco iris ve alguno de los colores ya nombrados: él fragmenta el arco iris en bandas. En esto como en todo el lenguaje configura al mundo.

De igual manera el oyente de una música cualquiera va a reconocer unas notas con nombre de una escala que ha aprendido.

Siempre va a reconocer notas porque la mente tiene que organizar lo que percibe en un conjunto de entes separados organizados de una cierta manera. Ahora bien, las notas que reconozca (hecho universal) son diferentes según la cultura del oyente (hecho diferencial) .Por ejemplo: en la música occidental, con doce notas por octava, todo tono oído ha de ser una de estas notas; todo lo más será una nota desafinada. Mientras que en una cultura con más notas por octava, como la turca, por ejemplo, esas notas desafinadas pasan a ser otras notas con otros nombres y afinadas. Otro ejemplo de cómo la percepción cultural crea entes discretos y separados con nombre a partir de magnitudes cuya variación es físicamente continua.

"Estados unidos de América"

El intento de realizar un "estados unidos" con un sólo acento proporciona la curva entonativa de la figura. se aprecia un acento más un superacento en "tá" y hay dudas en si hay subida tonal correspondiente a acento en "ní" en "dó" y en "mé". La audición, un poco forzada, sugiere una gran cima en "Estádos" y luego una cuasí-horizontalidad en el resto de la elocución.

Véase abstracto_y_concreto  y Esquema general discreto_continuo, donde se precisan y generalizan estas ideas.

 


Vuelta al Principio  Última actualización:  viernes, 18 de septiembre de 2015   Visitantes: contador de visitas