Unos pocos principios estéticos (incluido en Conversaciones con Enrique)
En esta materia sutilísima de la estética, vamos a arriesgarnos a desgranar algunos puntos que sí que parecen importantes y ciertos:
Parsimonia o economía.
No se incluye en la obra de arte (ni en ninguna parte, podríamos decir) nada que no sea necesario para el conjunto. Multitud de palabras y repeticiones se colocan sin venir a cuento sólo porque parecen cultas o para rellenar, como esas muletillas de oh si, en las canciones malas.
A nadie se le ocurriría colocar en un teorema un oh si, no viene a cuento. Pues lo mismo en un poema, en una narración, en una música, en un programa de ordenador. Se pone lo necesario y lo suficiente para lo intentado y nada más.
Variedad en la Unidad.
En el nivel más bajo o más básico de la obra, debe haber unidad, noción muy difícil, muy de la gran forma.
En un nivel más elevado, en el sentido de menos básico, y hasta cierto punto hasta compitiendo con lo anterior, debe haber variedad: imaginación, novedad, matiz, etc.
Harmonía y Expresividad
Debe haber también en la obra de arte, luchando sin fin en un equilibrio dinámico de fuerzas contrapuestas, la harmonía y el número por un lado, y por el otro la expresividad, la vida, lo personal y como vemos más abajo lo social.
La primera es un bellísimo palacio de hielo, geométrico y perfecto, La segunda es la vida que se enrosca, que florece y que calienta. Cualquiera de los dos en solitario, naufraga y queda incompleto.
En parte coincidiendo con el aspecto personal y de la vida, pero con su propia orientación, quizá más amplia, está lo que nos rodea. De ello salimos, en ello estamos, y a ello contribuimos. Yo soy yo y mis circunstancias , y la obra de arte tiene que ver con ello, aunque no es fácil el enlace.
En este orden de ideas nos concierne la idea del soi-disant artista, al enfrentarse a la obra reciente. Si intenta complacer esa circunstancia o a lo que cree que es, o a lo que toma por tal, probablemente caiga en un servilismo y oportunismo que le conduzcan a un callejón sin salida: al del éxito fácil, inauténtico. En cambio la postura individualista, en la que uno cuenta lo que le pasa (lo cuenta con letras, con notas o con formas, eso no importa) venga a ser más social y colectivo que la actitud anterior, porque el individuo ya lleva, quiera o no, en si mismo los gérmenes de lo colectivo. No es que el artista quiera ser social, sino que lo es obligatoriamente.
Una vuelta de tuerca más: el artista se sabe y se siente social: entonces, se siente consciente de su papel social y entonces comienzan los problemas: entra en conflicto con las autoridades sociales y o bien sigue sus indicaciones o bien rompe. Artes socialistas han caído en esas trampas. Y artes cristianos.
Oigo en una película un buen resumen, aunque sigue sin resolver el cómo: Harmonía en contraste Multinivel.Otra propiedad del arte grande y universal el que opera a varios niveles, casi inmediatos unos, recónditos otros, con lo cual la obra se desvela lentamente, en sucesivas escuchas o contemplaciones, dando siempre contenido y sabor al devoto.
La obra de arte buena, o mejor, grande, se abre poco a poco. Tiene calidad a varios niveles, unos inmediatos , otras más remotos y difíciles. Esto permite una absorción gradual, que nunca se agota. Operar a una sólo nivel es limitado: si es excesivo para un espectador-oyente se fatiga por la incomprensión, mientras que si es demasiado esperable se vuelve banal para ese oyente. Operando a varios niveles, se satisfacen los requerimientos de oyentes-espectadores de varios niveles de expertise o sofisticación; e incluso para un solo uno sólo de ellos, se favorece la absorción gradual citada, sin fatiga ni aburrimiento. Ritmo En todos los dominios, variables y percepciones. Vea Ritmo Alternancia de tensión y reposo Lo veíamos (para el teatro) en Vaivén anímicoVuelta al
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actualización: sábado, 05 de diciembre de 2015 Visitantes: