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Navegación II

Como la pagina de desgracias, Navegación, se queda chica, seguimos aquí:

Más errores:

Trasegar gasolina de un depósito a otro navegando: todo se mueve, el chorro cae a cubierta.
Con el agua que siempre hay y la gasolina se forma una emulsión resbaladiza como hay pocas.
Nos resbalamos repetidamente: mi sobrina se hace daño en un codo que le dura meses.
Yo mismo me golpeo en la parte de arriba del pulmón: como un año con un dolor y una duda.
Atracar en una rampa en el puerto de San Adrián. Dejar las amarras justas. Irse de aperitivos.
Sube la marea entretanto, las amarras tiran del barco, que se semihunde.
Imposible desatar nudos ahora submarinos, muy tirantes. Al final tiro de navaja y ¡gordiano!
La hélice se queda tonta y gira loca. No hay tracción aunque el motor funciona.
Nos dejamos llevar por la marea que nos acerca al puerto. Allí remo con poco éxito.
Unos pescadores gentiles nos ofrecen remolcarnos  y además nos regalan una bolsita de almejas.
 
Tras un año en reparación supuesta, el barquito de desgracia. Compro otro y vendo, después, ese.
Salgo del pantalán con viento: me arrastra hacia las rocas y se indentan el timón y la hélice.
A tres millas del puerto, con viento fuerte y dos perros abordo, pita la alarma de poco aceite.
Paro motor, busco frenético una lata, no hay, sí hay. Intento abrir el tapón y no puedo.
Me mareo en la cabina buscando el aceite y moviendo trastos. Me siento malo. Arcadas.
Mientras el viento me lleva al muelle, hasta que me golpea en él. Me amarro como puedo (está alto).
Llamo al antiguo dueño, que me aconseja quitar la tapa para hacer más fuerza. En efecto, relleno.
Ahora desamarro pero me lleva a una rampa de cemento el viento. Para arrancar el motor debo bajarlo.
Pero al bajarlo golpea la rampa. Empujo, trajino, intento, al fin arranco y me voy harto.
Pero orgulloso porque voy saliendo de apuros.
Pero hay más: salgo hacia el río y al pasar un puente, me encuentro con rocas de las que nada sabía-
El barco no anda, es de noche. ¿Qué hago?.
Elijo sitio enfrente, cerca de casa. Remo durante  al menos una hora: remito a ambos lados alternando, el barco gira y cabeza según el lado, barco de 5.20 metros, grande. Llego, ato a otro barco amarrado, bajo y me hundo en el cieno. Perra salta y se hunde a su vez. Chapoteamos y salimos al fin. Subo a casa, ducha de ambos, salida a buscar al otro perro, en el coche, en el puerto...
...
 
Nuevo año: navego contento, llevo a playita en Santa Cristina (Comboa, me dijeron después) y dejo flotando pero tocando casi arena (sí, ya lo sé, torpeza). Ato cabo a roca en playa y recorro los alrededores con perritos. Descubro cuevas, ¡qué divertido es el mar!...Y la marea va bajando, bajando..
Cuando vuelvo, el barco esta yaciendo, sólidamente en la arena. Empujo y nada, esto pesa la mar, no como el otro barquito (Taylor). Empujo, giro, nada: clavado en la playa....
Ya se ve que los errores y vicisitudes son infinitos. ¿Que con una adecuada planificación y reflexión previas pueden evitarse? Considérese lunático el que así piense y tómense medidas para su ingreso urgente en una clínica buena.

 


Vuelta al Principio   Última actualización: sábado, 08 de agosto de 2015   Visitantes: contador de visitas